¡Qué formas útiles surgen de tu cuerpo, abismo ladrón! Estos aparecen, como espíritus elementales… Cabiri, con deliciosas formas deformes, jóvenes y sin embargo viejos… nada espectaculares portadores de artes secretas, poseedores de sabiduría ridícula, primeras formaciones del oro sin forma, gusanos que se arrastran desde el huevo liberado de los Dioses, incipientes, no nacidos, aún invisibles. ¿Cuál debe ser su apariencia para nosotros? ¿Qué nuevas artes traen de la cámara del tesoro inaccesible, el yugo del sol del huevo de los Dioses? Todavía tienen raíces en la tierra como las plantas y son rostros animales del cuerpo humano; son tontamente dulces, misteriosos, primordiales y terrenales: no podemos captar su esencia, gnomos, almas-objeto. Tienen su origen en lo más bajo. ¿Quieren convertirse en gigantes, Pulgarcitos? ¿Pertenecen a los seguidores del hijo de la tierra? ¿Son ustedes los pies terrenales de la Deidad? ¿Qué desean? ¡Hablen!”