“Satán es la quintaesencia del mal, desnuda y por tanto carente de seducción, ni siquiera inteligente, sino pura negación si fuerza de convencimiento. Por tanto, resistí su influencia destructiva y lo agarré y lo encadené firmemente. Dos descendientes me sirvieron y los sacrifiqué con la espada”.
C.G Jung. El Libro Rojo
¡Levántate, pues, hijo de las tinieblas y del hedor! ¡Con qué firmeza te aferras a los escombros y desperdicios del eterno pozo negro! No te temo, aunque te odio, hermano de todo lo reprobable en mí.
Hoy, serás forjado con pesados martillos para que el oro de los Dioses salga a chorros de tu cuerpo. Tu tiempo ha terminado, tus años están contados y hoy tu día de juicio se ha hecho añicos. Que se rompan tus tripas, con nuestras manos queremos agarrar tu semilla, la dorada, y liberarla del lodo resbaladizo. Que te congeles, diablo, que te vamos a forjar en frío. (ibid)